Introducción a la Psicología de la Imagen
La Psicología de la Imagen es una corriente psicológica enmarcada en el pensamiento siloísta. En su desarrollo considera aportes de la fenomenología de Husserl y del existencialismo de Sartre. Aporta al conocimiento una concepción de lo humano como ser consciente e intencional y una conceptualización del psiquismo que comprende las características de espacialidad y temporalidad de los fenómenos de la conciencia.
Silo (1938-2010), es el seudónimo de Mario Rodríguez Cobos, nacido en Mendoza, Argentina. Filósofo, escritor y librepensador. Fundador del Movimiento Humanista Universalista. Su pensamiento expresado de diferentes formas, se puede leer, ver y escuchar en varios idiomas en www.silo.net.
El presente documento tiene como objetivo principal exponer los conceptos que propone Silo en “Psicología de la Imagen”, publicado por primera vez en 1988 y en el libro “Apuntes de Psicología”, cuyo último capítulo sobre la “estructura de la conciencia inspirada” fue presentado en Abril del 2006, en el Parque de Estudios y Reflexión La Reja, en Buenos Aires.
La Psicología de la Imagen estudia psicología teórica descriptiva de la conciencia y del comportamiento; y también hace psicología práctica, utilizando para ello técnicas exploratorias y de trabajo sobre uno mismo.
Respecto al aspecto teórico esta psicología incluye un esquema conceptual del psiquismo; explica el concepto del espacio de representación y la función que cumple la imagen en dicho espacio; propone una concepción del ser humano, de su sentido de vida y su finitud. Además expone la estructura de conciencia inspirada, como caso particular de las alteraciones de conciencia. En cuanto a la práctica, aborda los siguientes tópicos: técnicas de distensión, autoconocimiento, gimnasia psicofísica, experiencias con imágenes guiadas, operativa (catarsis, transferencia, autotransferencia); estos dos últimos tópicos referidos a la modificación de cargas de los contenidos mentales.
Orígenes y Antecedentes
En medio de la crisis global, social y cultural, de mediados del siglo XX algunos estudiantes de psicología, sociología y antropología además de algunos otros profesionales, se agruparon en Chile y Argentina en torno de las enseñanzas que impartía Silo.
Fue antigua preocupación el tratar de entender si el representar era propio del alma, o del cerebro, o de otra entidad. Descartes fue el primero en dudar de que lo percibido y/o representado sea la «realidad misma»; pero no duda del pensar como «registro interno» directo, separando “alma” y “cuerpo” .
Intuye sobre un «punto de unión» entre ambos para explicar la actividad humana como producto del pensamiento (“pienso, luego existo”), sin embargo no alcanza a relacionarlo con el concepto de espacialidad interna .
Fueron necesarios casi trescientos años para que el concepto de representación se independizara de la percepción espacial ingenua y cobrara sentido propio en base a la revalorización de la idea de intencionalidad. El mérito cabe a F. Brentano, pero es la obra de Husserl, un discípulo de Brentano, la que permite poner a punto el problema y desde allí avanzar hacia soluciones que, a nuestro entender, terminarán revolucionando no solamente el campo de la Psicología, sino de muchas otras disciplinas. Finalmente, Binswanger ha realizado su aporte en la descripción de la espacialidad de los fenómenos de representación, sin por ello haber llegado a comprender el significado profundo del «donde» se dan las representaciones
. Silo, por su parte, plantea la función de la imagen como portadora de cargas; la estructuralidad de la percepción y representación; la importancia de los sentidos internos en la producción, traducción y deformación de los impulsos; caracteriza y distingue entre niveles y estados de conciencia; y desarrolla el concepto del espacio y el tiempo de representación. Todo aquello fue llevado a la práctica y plasmado, no como una terapia, no como un remedio para padecimientos psíquicos, sino como trabajo de crecimiento personal y transformación social.
Concepción de lo humano
Adscribimos a la concepción del Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista que considera al ser humano como un ser cuya esencia está en el cambio y la transformación. Si bien su cuerpo está sometido a las leyes naturales, lo humano es intencional y no responde a ellas. Por ello, nuestra psicología concibe al ser humano como “…el ser histórico cuyo modo de acción social transforma a su propia naturaleza.”
Considerar al ser humano como un ser no natural sino histórico, privilegia el cambio por sobre todo condicionamiento, incluso el de los límites naturales impuestos por el cuerpo. Se trata de un ser en transformación, impulsado, no desde el pasado, sino desde el futuro, desde imágenes del tipo de ensueños o propósitos, que buscan abrirse paso al futuro. En esa constante transformación de su medio social, cultural y natural, puede o no, transformarse a sí mismo y a su propia naturaleza para ampliar su unidad y libertad.
Conciencia, imagen, espacio de representación.
Definimos conciencia como el sistema de coordinación y registro que efectúa el psiquismo humano, que estructura las sensaciones, imágenes y recuerdos.
La conciencia es activa, se dirige y estructura al mundo dinámicamente según intereses y necesidades. No es un contenedor vacío al que se llena de “cosas”, contenidos, valores o creencias. Esta actividad de la conciencia se advierte desde el fenómeno mismo de la percepción, tal que, configura la realidad en dependencia de su interés, su estado de actividad, nivel atencional, etc.
La conciencia trabaja en diferentes niveles y ciclos, que cumplen diferentes funciones en el psiquismo. En cada nivel de trabajo se configura la realidad de modo diferente, dado que a niveles más profundos opera principalmente la función asociativa de la conciencia, mientras que en los niveles más vigílicos opera mayormente la función abstractiva. La conciencia trabaja simultáneamente en los distintos niveles, lo que permite los fenómenos de la intuición, la inspiración y las “soluciones inesperadas”
La atención es una aptitud de la conciencia que permite dirigirse hacia los fenómenos internos y externos.
Designamos como «fenómenos conscientes» a todos los que ocurren en los diferentes niveles y estados de vigilia, semisueño y sueño, incluidos los subliminales (que suceden en el límite del registro de lo percibido, de lo representado y de lo recordado). Desde luego, al hablar de lo «subliminal», no nos estamos refiriendo a un supuesto «subconsciente» o «inconsciente».
A partir de la percepción de estímulos externos e internos, la conciencia elabora una respuesta cuyo sistema efector es el cuerpo a través de imágenes ubicadas en un punto del espacio de representación. En términos simples, espacio de representación es una especie de pantalla mental tridimensional en la que se representan las imágenes visuales, auditivas, olfativas, táctiles, cenestésicas y kinestésicas.
“La imagen actúa en una estructura espacio-temporal y en una “espacialidad” interna a la que llamamos, justamente, espacio de representación. Las diferentes y complejas funciones con las que cumple la imagen dependen, en general, de la posición que asume en dicha espacialidad.”
La imagen entonces, será la portadora de energía entre el mundo interno y el medio externo, y dependiendo del emplazamiento que ocupe en el espacio donde el psiquismo la represente, será la operación resultante, ya sea en el ámbito de la acción o la inacción.
Gracias a la actividad intencionada de la conciencia, lo propiamente humano es la capacidad de cambio dirigido, la capacidad de direccionar la acción y el comportamiento.
Aporte de la Psicología de la Imagen a la Situación Actual
Estamos transitando hacia un mundo muy distinto a los siglos precedentes, de carácter más universal. Durante este tiempo, de frecuente inestabilidad económica, debilitamiento institucional y valórico, cambios tecnológicos vertiginosos y saturación de fuentes de información y desinformación, observamos el aumento de los desbordes sociales, la violencia, y la crisis personal e interpersonal.
La Psicología de la Imagen que presentamos en forma teórica y práctica, ha sido probada experimentalmente y con éxito por miles de personas de distintas culturas y orígenes alrededor del mundo. De tal manera, creemos que podría ser un aporte para la liberación del estrés y el sufrimiento mental actual, despertando en el ser humano la disposición a la búsqueda de un sentido existencial profundo y el fortalecimiento de un modo de vida que promueve el beneficio propio y de los demás. Finalmente concebimos una conciencia activa, que busca transformar el mundo y a sí misma. Y en cuanto a la finitud del cuerpo, esta condición pone al ser humano en situación de buscar su sentido y preguntar por su dimensión espiritual y trascendente.
Nuestro interés es dar a conocer este aporte a estudiantes y estudiosos de la psicología, la educación y en general las ciencias sociales, desde una perspectiva teórica y práctica. Tenemos la certeza de que esta psicología puede provocar en todo ser humano y la sociedad, una profunda y positiva transformación.
Dra Gabriela Meléndez Tormen